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He mencionado varias veces que un día escribiré un articulo completo sobre la meditación. Siento que hay tantas cosas maravillosas sobre la meditación que tendría que escribir un libro sobre ella para hacerle justicia, pero mientras tanto, compartiré aquí esos pequeños, pero súper poderosos beneficios de la práctica.
Si has estado leyendo mi blog, ya sabes que comparto mis experiencias cuando entiendo las razones detrás de ellas, para si poder escribir de una manera que pueda que sea beneficiosa para algunos de ustedes. Estoy totalmente encantada por la forma en que Dios nos enseña. Si realmente prestamos atención, encontraremos una lección y una oportunidad para crecer detrás de casi todas las situaciones que enfrentamos. A veces son claros y fáciles de entender; algunas otras veces requieren más de nuestro esfuerzo.
Permítanme contarles una historia sobre una situación que enfrenté recientemente. No fue nada loco; de hecho, en realidad fue tan pequeño que casi me perdí la enorme lección. Desde hace un tiempo he querido hacerme nuevos tatuajes, pero no estaba segura de qué ponerme, y me sentía un poco ansiosa por el dolor. Hace unos días estaba revisando mi cuenta de Pinterest, y de la nada apareció un símbolo. Se llama Inguz. Es un símbolo griego que significa “donde hay voluntad, hay un camino”. Inmediatamente me enamoré del concepto, y decidí que era uno de los tatuajes que quería.
El primer tatuaje que me hice hace casi 18 años no tiene ningún significado. Por favor si tenía apenas 20 años, no pensaba profundamente en ese entonces. Así que quería hacerme algo significativo esta vez. Cuando me hice ese primer tatuaje, mi hermano me dijo: “Bueno, ahora que has entrado en el mundo del tatuaje, déjame decirte algo muy importante”. (Lección de vida del hermano mayor damas y caballeros.) “Siempre debes tenerlos en números impares. Así que cuando decidas hacerte otro, tendrás que conseguir dos más para tener un total de tres”. No le pregunté la razón detrás de eso (en realidad, no se lo he preguntado todavía),pero esa regla se fijó en mi cabeza. Así que de una vez escogí cuatro símbolos con significados, para así tener un total de cinco tatuajes.
Una vez que tuve mis imágenes, empecé a buscar un tatuador. ¡No creerías lo difícil que es conseguir una cita! No tenía idea de lo ocupados que están. Y tampoco quería esperar tres meses porque, bueno, a veces soy así de impaciente. Pregunté y trabajé mucho hasta que finalmente conseguí una cita para el día siguiente. Oye, si aprendí algo bien de mi ex-marido, fue a no aceptar un no por respuesta. ¡Nunca!
Me desperté emocionada al día siguiente, pero cuando estaba lista para meditar, todo en lo que podía pensar era en lo dolorosos que pueden ser los tatuajes. Decidí meditar sobre cómo manejar el dolor. Lo sé, Lo sé!! Soy súper inteligente así a veces jajajaja. Esto puede sonar tonto para ti si aún no has recibido el regalo de la mediación. Pero si estás familiarizado con la práctica, sabes de lo que estoy hablando. La práctica estuvo enfocada en centrar mi atención en mi respiración al exhalar. Cuando inhalamos, estamos tensos, pero cuando exhalamos, nos relajamos. Cuando sentimos un fuerte dolor tendemos a tensar nuestros músculos, y eso intensifica el dolor. Sin embargo, si haces todo lo posible para relajar los músculos y prestar atención a tu exhalación, el dolor no se siente tan fuerte.
Fui a mi cita, y tan pronto como comenzó la sesión dejé que el miedo se apoderara de mí. No le pedí al chico que se detuviera, pero estaba sintiendo el dolor 10 veces más fuerte de lo que probablemente era. Estuve así durante unos tres minutos, y entonces recordé mi meditación. Abrí la mano izquierda. Relajé mis músculos, y me concentré completamente en mis exhalaciones. ¡Qué diferencia! El dolor pasó de 10 a 4 casi de inmediato. Me hice mis cuatro tatuajes en una sesión, y obtuve algunas lecciones de esa experiencia para compartir.
Tuve altibajos durante las dos horas que estuve allí, lo que significa que algunos momentos el dolor me hizo olvidarme de concentrarme en mis exhalaciones, y tuve momentos en los que tenía el control total y no dejé que el dolor ganara. Puedo decirte felizmente que tuve más momentos en los que tenía el control que momentos dolorosos. Y puedo asegurarles que la victoria de tener más control fue gracias a la meditación.
Esta experiencia puede ser exactamente la misma con nuestro dolor emocional. Tenemos altibajos. A veces dejamos que el dolor gane, y a veces tomamos conciencia y ganamos el control. La meditación es una práctica que nos ayuda a ser conscientes, y ser conscientes es el primer paso para tomar el control. Si notas el dolor, puedes concentrarte en lidiar con él. El dolor no va a desaparecer, pero si te das cuenta que te estás enfocando en sentirlo y dejar que agarre lo mejor de ti, puedes salirte de eso y mostrarle al dolor que eres más fuerte. El dolor emocional siempre tiene una lección detrás de él, y la única manera de aprender esa lección es siendo conscientes. La meditación nos ayuda a formar el hábito de decidir ser conscientes.
Esta es una de las muchas razones por las que estoy más que agradecida por la meditación. Me ha ayudado de una manera tan profunda que desearía poder ayudar a todos a recibir lo mismo.
Con amor,
Irene