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¿Te consideras una persona tolerante? Si respondiste ‘sí’ sin dudarlo, hagamos una pequeña prueba. Imagina que te despiertas y te das cuenta que te has quedado sin café (o lo que sea que te guste beber a primera hora de la mañana). Te metes en la ducha y por alguna razón el agua caliente no funciona. Luego tu perro tarda 20 minutos más en hacer sus necesidades en su paseo, y ahora llegarás tarde al trabajo. El tráfico es horrible, y el GPS muestra que ahora llegarás 30 minutos tarde debido a un bloqueo de carretera. Cuando el semáforo más cercano para llegar a tu oficina se pone verde, una señora muy anciana cruza la calle muy lentamente, sosteniendo un cartel protestando contra la democracia. Ahora, déjame hacerte la misma pregunta de nuevo. En medio de esta situación específica, ¿seguirías considerándote una persona tolerante?
Sé que yo no es que le gritaría a la señora, pero definitivamente me estresaría mucho. Si me preguntas si soy una persona tolerante, siempre responderé: “Depende”. Seré completamente honesta aquí; mi nivel de tolerancia es directamente proporcional a mi situación actual. Sé que tengo más tolerancia cuando dejo que mi cerebro procese la situación; si tengo prisa y no puedo tomarme el tiempo para respirar profundamente, entonces me vuelvo un poco menos tolerante.
Cuando se trata de tolerancia, la mayoría de nosotros generalmente tenemos un doble estándar. Toleramos nuestro propio comportamiento sin problemas, pero cuando se trata de tener tolerancia hacia los demás … bueno… ese es un juego de pelota completamente diferente. Decidí escribir sobre este interesante tema después de una agradable conversación que tuve con una de mis tías más queridas. Estábamos hablando de Jack, mi apuesto sobrino, y yo le estaba explicando cómo algunas personas simplemente no entienden su autismo y cuando se comporta de manera diferente a lo que la sociedad espera. Su respuesta fue muy precisa. Ella me dijo: “Bueno, mi encantadora sobrina, somos tolerantes cuando somos los que hacemos algo, pero si vemos a otros haciendo lo mismo, los juzgamos y condenamos”. Tiene razón. Todos queremos que la gente sea tolerante con nosotros, pero no practicamos la tolerancia para los demás. Es una de esas cosas que esperamos de los demás, pero no siempre nos damos cuenta si la estamos practicando de la misma manera que queremos recibirla.
Tengo que admitir que de las muchas cosas que Jack me ha enseñado, la tolerancia es una de las más valiosas. Las personas con autismo no siguen las reglas sociales. Siguen sus impulsos, y algunas de esas cosas no son socialmente aceptadas. Por ejemplo, Jack está pasando por una etapa en la que la ropa le molesta. Si no has tenido la oportunidad de conocer a alguien en el espectro del autismo, déjame explicarte algo importante para ayudarte a entenderlo mejor. La mayoría de ellos son demasiado sensibles a la información sensorial, lo que significa que sienten las cosas mucho más que otras personas. Jack pasó por una etapa en la que el ruido lo abrumaba por completo, lo cual fue un desafío para todos porque queríamos ayudarlo, pero no sabíamos cómo. Ahora, está pasando por esta etapa de fobia a la ropa, y este es un desafío mayor porque la sociedad no entiende cuánto le molesta la sensación de la ropa contra su piel. La gente simplemente piensa que es un nudista. “¡Oh, Dios mío, qué falta de respeto! Sus padres no le han enseñado buenos modales; ¿cómo pueden dejarlo quitarse la ropa así? Los juicios se hacen cada vez más duros porque la sociedad no sabe cómo parar.
Sin embargo, el autismo es parte de nuestra familia, por lo que nos hemos vuelto más tolerantes cuando vemos a niños con “actitudes extrañas”. Lo entendemos. Hemos desarrollado otro nivel de empatía, y eso viene con más tolerancia. Aún así, creo firmemente que siempre hay espacio para mejorar y ser mejores humanos. Entonces, cuando mi tía me contó su forma de ver la tolerancia, decidí prestar más atención a mi nivel de tolerancia hacia los demás. Me he desafiado a mí misma a ser más consciente de mis reacciones al comportamiento de otras personas y a tomarme el tiempo para pensar antes de reaccionar.
Sé que es mucho más fácil escribir sobre este enfoque que aplicarlo, pero realmente quiero hacerlo lo mejor posible. Se lo debo a Jack y a todas las personas en el espectro. Tenemos que ser mejores para ellos. Tenemos que reestructurar las viejas reglas sociales y ser más inclusivos cuando se trata de condiciones genéticas. Dios nos ha enviado a todos a este mundo con nuestros propios propósitos únicos, y tenemos que ayudarnos unos a otros a trabajar hacia ellos.
Piénsalo así: ¡La mayoría de nosotros somos extremadamente tolerantes con nuestros perros, y ellos no siguen reglas sociales EN ABSOLUTO! Entonces, si podemos ser así con nuestros amigos de cuatro patas, también podemos ser mejores con todos los seres humanos. ¡Lo sé, lo sé! Es un reto. ¡Pero podemos hacerlo!
Tolerancia es una palabra elegante para ‘aceptación’ amigos míos. Necesitamos practicarlo más porque resulta que TODOS somos humanos, y estamos luchando las mismas batallas desde diferentes ángulos. Entonces, lo que puede estar pasándome a mí en este momento puede sucederte a ti más adelante. Tratemos de entender antes de reaccionar. Practiquemos la respiración profundamente antes de juzgar a alguien. Todos somos hijos de Dios, y debemos amarnos unos a otros pase lo que pase.
Con amor,
Irene