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¿Alguna vez has escuchado que los seres humanos tienen tres tipos de estilos de reciprocidad? Hace poco terminé de leer un gran libro llamado Give and Take de Adam Grant, y él tiene una manera muy interesante de explicar cómo todos tenemos un estilo de reciprocidad que marca la pauta para nuestro éxito profesional. Grant hace un trabajo espectacular definiendo los tres estilos y apoyando sus conclusiones con un monton de evidencias y estudios reales.
Cuando se trata de estilos de reciprocidad, podemos ser dadores, tomadores o emparejadores. Los dadores son aquellos que siempre dan sin ninguna intención de recibir nada de vuelta. Los tomadores, por otro lado, siempre toman todo lo que pueden de los demás sin ninguna intención de devolver nada. Y los emparejadores dan sólo cuando saben que van a obtener algo a cambio. Por supuesto, todos somos capaces de mezclar los tres estilos, pero tenemos un estilo primario que nos define. Piensa durante unos minutos y sé honesto contigo mismo. ¿Qué estilo te define mejor?
Cuando leí las definiciones por primera vez, me coloqué en el grupo de emparejadores. No me sorprendió cuando leí que ese estilo en particular es el más común en términos de la vida profesional de las personas. El libro se centra en la reciprocidad dentro de nuestras carreras, profesiones o trabajos, y el autor explica que tendemos a actuar más como dadores dentro de nuestras familias o relaciones más cercanas. Si bien yo creo que esa afirmación es a menudo cierta, también he visto a la gente utilizando los tres estilos dentro de sus relaciones personales.
Después de terminar de leer el libro, pensé en cómo compartir lo que había aprendido con todos ustedes aquí. Como he mencionado antes, el libro se centra en los estilos de reciprocidad dentro del mundo profesional, por lo que necesitaba encontrar una manera de adaptar el concepto para que funcionara con relaciones personales. Voy a hacer todo lo posible para explicar mi punto de vista, y espero que ustedes puedan obtener algo de ella, pero igual les recomiendo leer el libro.
Cuando me casé, actué como dadora y como emparejadora. No me considero una tomadora porque eso va en contra de mis valores y principios. No estoy diciendo que ser un tomador es completamente incorrecto. Si eres un tomador y eres feliz siendo así, lo respeto. Pero ser un tomador no me hace feliz. Dar me satisface mucho más que tomar. Mi ex esposo, por otro lado, se describe a sí mismo como un tomador en el contexto de la relación romántica / familiar.
Permítanme aclarar algo antes de continuar. Cuando hablo de dar o tomar en el contexto romántico / familiar, no me refiero a las cosas materiales. Estoy hablando de atención, sentimientos, energía, tiempo y apoyo. Usted puede actuar como el mismisimo Santa y rodear a su pareja con un montón de regalos materiales y aún así ser un completo tomador. En mi opinión, la reciprocidad dentro de una relación romántica debe medirse por cosas NO materiales. Mi ex esposo solía ser genial para dar cosas materiales, pero no era bueno para prestar atención al mismo nivel que lo exigía.
Por ejemplo, cuando fuimos a Italia, planeamos visitar a mi hermano. Fue una bendición maravillosa que mi sobrino Diego naciera justo antes que llegáramos allí, y estaba muy emocionada de compartir algo de tiempo con mi hermano, mi cuñada Teresa y mi lindo pequeño Diego. Nos hospedamos en el apartamento de mi hermano, pero mi hermano y su familia se quedaron con la familia de Teresa, ya que la estaban ayudando con el bebé. Solo estuvimos allí unos pocos días porque también estábamos visitando otros lugares, así que quería disfrutar de mi sobrino tanto como fuera posible. Mi ex esposo no entendía mucho mi emoción. El quería disfrutar del viaje yendo a tantos lugares como fuera posible. Acepté ir a lugares, pero le pedí que me dejara ver al bebé por las mañanas y por las tardes. Una mañana estábamos de camino a ver al bebé, y me pidió que buscara un lugar para desayunar. Le dije que fuera a buscar a mi familia primero, y luego podríamos ir todos juntos a desayunar. Pero el no lo tomó muy bien. Se molestó mucho y me dijo que estaba destruyendo nuestras vacaciones. ¿Qué? ¡Lo sé! Estaba en shock. Pero ese era él siendo él. Él quería mi atención sólo para sí mismo. Estaba siendo un completo tomador.
Puedo compartir más de mil situaciones como esa, pero creo que ya me entiendes el punto. Muchos de nosotros nos envolvemos en nuestros matrimonios pensando que debería ser un tipo de trato 50/50. Tendemos a actuar como emparejadores cuando se trata de relaciones románticas, (es decir, “Te daré amor si recibo la misma cantidad de amor de ti”, o “Te daré atención si me das tu tiempo”).
En este momento de mi vida, creo completamente que debemos dar sin expectativas, pero por favor entiende que no quiero decir que debamos quedarnos con alguien que no se preocupa por nosotros. Lo que quiero decir con “dar sin expectativas” es que debemos amar tanto como sentimos sin esperar que la otra persona nos ame de la misma manera. Debemos entrar en cada relación con una mentalidad de dador completa. Debemos comprometernos a dar lo mejor de nosotros mismos porque nuestros corazones están llenos de amor por esa otra persona. Ama porque sientes ese amor dentro de ti mismo, no porque esperas que la otra persona te haga sentir amado. Es una paradoja, pero cuanto más des amor sin la intención de recibirlo, más amor recibirás. .
Al final del libro el autor compartía un enlace para tomar un cuestionario para ver cuál era mi estilo de reciprocidad. A pesar que yo pensaba que era una emparejadora, resulta que soy 80% dadora y 20% emparejadora, mis amigos. Después de leer los resultados y tomarme un momento para analizar más profundamente la forma en que interactúo con los demás, estoy segura que soy un dadora, y me encanta ser así. ¿Y tú?
Con amor,
Irene