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La quietud es un concepto muy común en el mundo de la meditación. Por supuesto que sí, ¿verdad? ¿Cómo puedes meditar si no estás quieto? Bueno, en realidad prefiero llamarlo “quietud activa” si estoy usando la palabra para describir una de mis sesiones de meditación porque la meditación requiere que tenga una conciencia activa. Muchas personas me han dicho que no les gusta la meditación porque no pueden soportar la idea de sentarse y no hacer nada, y siempre respondo que la meditación no se trata de no hacer nada.
Es posible que tengas una idea equivocada porque todo lo que ves (la mayoría de las veces) si ves a alguien practicando meditación es una persona con los ojos cerrados que apenas se mueve. Entonces, asumes que no están haciendo nada. Bueno, la meditación es un trabajo interior, así que obviamente uno no puede verla a simple vista. Sin embargo, internamente, los meditadores nos estamos enfocando en nuestra respiración o en cualquiera que sea nuestra ancla, y estamos haciendo un esfuerzo gigantesco para ser conscientes de nuestros pensamientos. La meditación tampoco se trata de vaciar tu mente de los pensamientos. Eso simplemente no es posible. He mencionado aquí antes que nuestras mentes son máquinas tan ocupadas que incluso cuando estamos dormidos, estamos soñando. Esa es una máquina de movimiento perpetuo si alguna vez ha existido.
La quietud se define en el diccionario como “la ausencia de movimiento y sonido”, lo cual es la razón por la que prefiero referirme al concepto de estar quieto mientras se medita como “quietud activa”. Cuando estás meditando, incluso si haces todo lo posible para llevar el movimiento físico al mínimo, todavía estás inhalando y exhalando, y también estás escuchando tus pensamientos. Una vez, escuché a un maestro de meditación decir que la quietud en la meditación es lo mismo que la quietud en el agua. Un dicho zen explica mejor este concepto: “No podemos ver nuestro reflejo en el agua en turbulencia. Es solo en agua quieta que podemos ver”. Una mente turbulenta no te mostrará quién eres realmente, pero si te quedas quieto y realmente prestas atención a tus pensamientos, seras capaz de conocer tu verdadero yo.
Me encanta cuando entiendo un concepto profundo como este desde una experiencia personal, y me encanta aún más cuando puedo compartirlo aquí con todos ustedes para que tal vez puedan aprender de mi historia. ¡Aquí vamos!
Este pasado Día de San Valentín, recibí el regalo más original que he recibido: una pecera. ¿Qué? Lo sé, Lo sé!! Bueno, mi novio una vez me escuchó decir que quería una pecera. Tuvimos una conversación muy informal al respecto un día cuando llevé a mi perrita al veterinario y estaba caminando por el departamento de peces de la tienda de mascotas mientras esperaba. Ves, él realmente me escucha … esa es una de las muchas cosas que me encantan de él.
Cuando llegó a casa con la hermosa pecera, estábamos muy emocionados e inmediatamente pusimos todas las piezas juntas. Pero si no has tenido el placer de comenzar una pecera desde cero, déjame advertirte que este pasatiempo requiere mucha paciencia. Para abreviar la historia, resulta que no puedes agregar peces hasta que el agua haya sido ciclada, lo que significa que tienes que esperar al menos dos semanas antes de agregar cualquier criatura viviente. Nosotros aprendimos esto de la manera más difícil. Sí, tuvimos tres peces que murieron a la mañana siguiente, y lo mismo sucedió una semana después. Estábamos un poco frustrados. Aún así, finalmente conseguimos que el agua tuviera las condiciones perfectas, y ahora estamos felices de ver a nuestros pequeños peces nadando felizmente.
Todo fue hermoso hasta que tuvimos la idea de agregar plantas vivas. No estoy diciendo que las plantas vivas sean malas, pero ensuciaron el agua muy feo, así que tuvimos que deshacernos de ellas. También tuvimos que realizar una limpieza profunda de la pecera ya que se ensució mucho. Para limpiarla, usamos una aspiradora especial, y justo después de eso tuve mi momento de ‘ajá’ con respecto a la quietud. La aspiradora eliminó gran parte de la suciedad de la grava, pero también movió millones de partículas diminutas que hicieron que el agua se viera turbia. Cuando terminamos la limpieza profunda, el agua parecía un poco sucia porque todas las partículas diminutas se movían. A la mañana siguiente, cuando fuimos a darle algo de comida a los peces, el agua se veía limpia y hermosa. Por supuesto, la quietud hace esa magia. Coloca todo en su lugar, y solo queda la belleza de la claridad.
Finalmente aprendí de esta experiencia que la quietud en la meditación (como en el agua) no significa que tengas que eliminar todos tus pensamientos para que puedas ver con claridad. Es posible que se limpien las partículas pesadas, pero siempre quedarán muchas partículas diminutas. La quietud significa que tienes que hacer un esfuerzo para dejar que todo se asiente para que puedas ver tu mente tan claramente como yo puedo ver todo en mi acuario cuando el agua está quieta. Es una práctica hermosa ver tu propia mente con claridad.
Practicar la quietud activa los hará conscientes de su verdadero yo amigos míos. Si estás comenzando tu práctica de meditación, trata de vez en cuando de estar quieto. Deja que todos los pequeños pensamientos se asienten y así te podrás encontrar desde ese hermoso lugar de claridad.
Con amor,
Irene