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Todos tenemos opiniones sobre todas las cosas. Este no es un pensamiento profundo; es sólo la verdad. Debido a que formamos nuestras opiniones basadas en nuestras experiencias de vida y creencias, estas pueden ser únicas. Nuestras opiniones provienen de nuestro juicio, así que todos debemos estar de acuerdo en que somos criaturas juzgadoras. Siempre nos juzgamos a nosotros mismos o a los demás. Juzgar es simple naturaleza humana. ¿Pero esto es algo malo?
Juzgar es un tema complicado y contradictorio porque es difícil entender que lo sentimos como una necesidad humana, pero no queremos que otros nos juzguen. Todos sentimos que está bien cuando lo hacemos porque vamos, somos humanos, pero cuando sentimos que alguien más nos está juzgando, reaccionamos inmediatamente con cómo te atreves? ¿Ves la enorme contradicción? Está bien para mí, pero no para los demás, pero ellos también son humanos, así que ¿por qué no está bien para ellos? La verdad es que tenemos terror de ser juzgados.
¿Sabes por qué no nos gusta sentirnos juzgados? Porque la mayoría de las veces el juicio está ligado a una emoción negativa. Tenemos la tendencia de pensar que ser juzgado siempre tendrá una connotación negativa. La mayoría de nosotros pensamos que el juicio es una forma de crítica. Por lo tanto, es comprensible que no nos guste. Simplemente no queremos sentir que estamos haciendo cosas malas, o que no nos vemos bien frente a los demás. Entonces, si no nos gusta la sensación de ser juzgados, ¿por qué seguimos juzgando? ¿Por qué no podemos dejar de juzgarnos a nosotros mismos y a los demás? Te dije que este es un tema complicado. Pero ten paciencia conmigo porque pueda que tenga una idea para aceptar este comportamiento de una manera diferente.
Siempre he sido conocida como una persona positiva. Yo me siento que soy una persona positiva. Elijo ser positiva sin importar la situación. Obviamente, no soy perfecta. Trabajo duro para mantener mis vibraciones positivas altas la mayor parte del tiempo, pero como he mencionado antes, la vida pasa y a veces el miedo trata de dominarme, y todos sabemos que el miedo y la fe no pueden compartir el mismo espacio. Dejamos entrar el miedo, y la fe se sale y viceversa. Así que, cuando he dejado que el miedo gane, las vibraciones positivas se han ido por un rato. Lo bueno es que esta no es la norma para mí. Durante la mayor parte del tiempo, soy una persona positiva.
Hace unos días, un amigo mío me dijo la siguiente frase: “Cuando algo no sale a tu manera, te vuelves demasiado negativa”. Eso me dolió mucho. Me sentí juzgada de la manera más cruda posible. Mi primer pensamiento fue: “Si siempre hago todo lo posible para mantenerme positiva en todo momento, ¿cómo se atreve a llamarme negativa? Y no sólo negativa … demasiado negativa! ¡Dios mío!” Cuando algo así sucede, mi mente siente que me quitaron la ropa y soy una mujer desnuda corriendo delante de millones de personas que no paran de juzgarme. Es una sensación difícil de procesar. No estaba molesta, en vez me sentía triste. Me sentí triste sabiendo que mi amigo tenía esa opinión de mí. Me sentía decepcionada de mi misma porque estaba pensando en lo duro que trabajo para ser una persona positiva y por alguna razón eso no era lo que estaba mostrando a la gente que me rodeaba. Me estaba juzgando en base a lo que me dijo.
Me tomó unas horas procesar toda la situación. Revisé la conversación varias veces para tener una mejor comprensión de su punto de vista. Sabía que no lo dijo con la intención de lastimarme, pero al principio no entendía su razonamiento. Todo lo que sabía era que me sentía juzgada de una mala manera. Dejé mi teléfono a un lado por un rato y me sumergí en una buena sesión de Yoga. Mientras hacía mis posturas de yoga, mi mente se abrió. ¿Cómo sucedió eso? ¡Fácil! Me atrapé juzgando mis propios movimientos. Estaba dejando que mi mente juzgadora dominara mi momento. ¿Por qué no soy lo suficientemente flexible? ¿Por qué no puedo respirar de la manera perfecta, para poder hacer esto de una mejor manera? ¿Por qué esto, por qué aquello? Ahí empecé a reírme de mí misma. La mente juzgadora no se detiene. Siempre está ahí atrás esperando para saltar y hacer su trabajo. Le escribí a mi amigo cuando terminé mi lección de vida de yoga. Le dije que sabía que no me decía eso para lastimarme, y le expliqué lo que sentía. El también me explicó su razonamiento detrás de lo que dijo, y eso realmente me hizo ver algunas cosas de una manera mejor y diferente.
Lo que sucede cuando nos sentimos juzgados es que activamos nuestra propia mente juzgadora y esa no tiene compasión. Nuestro crítico interno no es amable. Por lo tanto, ser juzgados tiene esa enorme connotación negativa sobre nosotros. Pero si trabajamos para conseguir hacer nuestra conciencia mas fuerte, y podemos captar nuestra propia mente juzgadora en el acto, veremos las opiniones de otros de una manera diferente. Muchas veces, la gente no nos dice cosas con la intención de herir o criticar; en cambio, tienen una perspectiva diferente que podría ser útil si realmente entendemos de dónde vienen. He incluso en el caso que alguien nos juzgue con una mala intención, si somos lo suficientemente fuertes como para saber que estamos dando lo mejor de nosotros, su juicio no nos haría nada.
La lección de vida aquí, mis queridos amigos, es que juzgar es malo sólo cuando dejamos que sea malo. Si hacemos el bien y seguimos dando lo mejor de nosotros en todos los aspectos de nuestras vidas, el juicio se convertiría en retro-alimentación. Y la retro-alimentación solo nos hace crecer. ☺
Con amor,
Irene