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Si has intentado hacer meditación guiada en algún momento, es posible que estés familiarizado con la analogía que algunos instructores de meditación usan para describir nuestros pensamientos: son como nubes en el cielo: van y vienen y se mueven constantemente.
La primera vez que escuché la comparación de pensamientos con nubes, no entendí la profundidad de la analogía. Quiero decir, entendí el concepto, pero no armé la imagen por completo. Solo entendí la parte que explicaba que mis pensamientos iban y venían. No estoy segura si estás familiarizado con la analogía, y si lo estás, no estoy segura si te has tomado el tiempo para analizar todas sus partes, pero he estado profundizando mi comprensión en torno a esta analogía, así que me gustaría compartir mi perspectiva al respecto contigo.
¿Alguna vez te has acostado en la grama para ver el cielo? Solía hacer mucho esto cuando era niña. Me encantaba ver todas las diferentes formas que las nubes tomaban durante el corto tiempo que estaban en el mismo lugar. Era un espectáculo fascinante para mí. Mi mente inocente de ese entonces (y todavía lo creo) estaba convencida de que esta exhibición era una forma en que Dios jugaba charadas conmigo. Si ese no es el caso, ¿cómo puedes explicar las formas perfectas que forman las nubes a veces? ¡Tiene que ser para hacernos adivinar!
Pero me desvío. De todos modos, las nubes sirven para muchos propósitos. Y antes que comiences a bostezar, no te preocupes, no te voy a dar toda la explicación científica sobre la formación de las nubes o cómo funcionan. Todos conocemos lo básico: las nubes son masas de vapor de agua condensada que flotan en la atmósfera. La forma fácil de entender el propósito de las nubes es entender las necesidades de la naturaleza. A veces, cuando nuestra Tierra necesita agua, las nubes se llenan y oscurecen hasta que no tienen otra opción que liberar el agua en forma de lluvia. En otras ocasiones, nuestra Tierra necesita un poco de descanso de la intensidad de la luz solar, por lo que obtenemos un cielo lleno de nubes que nos proporcionan las sombras que necesitamos en ese momento en particular. Y en otras ocasiones, necesitamos el sol con toda su intensidad, por lo que las nubes se toman un descanso y desaparecen por un momento, y solo vemos el color azul intenso del cielo.
Estas son las razones por las que las nubes van y vienen. No son permanentes y se mueven porque la naturaleza las necesita de esa manera. Aparecen y desaparecen. Liberan su contenido hasta que están completamente vacías. ¿No crees que vivimos bajo un sistema muy inteligente y sorprendente?
Después de esta explicación superficial de cómo funcionan las nubes, puedo ver fácilmente cómo nuestros pensamientos son muy similares. Nuestros pensamientos no son permanentes; van y vienen. Si cierras los ojos por un momento y dedicas tu atención a tus pensamientos, verás lo transitorios que son. De la misma manera que las nubes aparecen y se moldean en formas específicas solo para desaparecer y reformarse unos segundos después, un pensamiento puede aparecer en una forma específica en nuestras mentes solo para desaparecer unos segundos después. Cuando o si reaparece, es muy probable que lo haga en una forma totalmente diferente.
Nuestros pensamientos (incluso cuando tenemos dificultades para procesarlos) sirven para muchos propósitos Los necesitamos de la misma manera que nuestra Tierra necesita las nubes. A veces nuestros pensamientos se llenan y oscurecen de tal forma que llegamos hasta el punto en que no podemos sostenerlos por más tiempo y los liberamos dejando que las lágrimas salgan de nuestro sistema. De la misma manera que la lluvia limpia la Tierra, el llanto limpia nuestros cuerpos y mentes. En otras ocasiones, nuestros pensamientos sirven como una sombra que nos protege de quemaduras externas. Cuando la meditación nos encuentra, y nos damos cuenta de nuestros pensamientos, nuestra mente puede convertirse en ese cielo azul por un tiempo. Ves, las nubes y los pensamientos tienen muchas cosas en común. Por lo tanto, la próxima vez que escuches la analogía, es posible que vea las similitudes entre los dos.
En mi opinión, la conclusión más importante de esta analogía es entender que las nubes y los pensamientos no son permanentes. Van y vienen a medida que los necesitamos. Los buenos pensamientos y los no tan buenos siempre se mantienen en movimiento. Toman diferentes formas dependiendo de cómo los alimentemos. Por lo tanto disfruta de los buenos durante el tiempo que duren, y ten en cuenta que los pensamientos más negativos eventualmente desaparecerán o tomarán una forma diferente si nos ponemos a trabajar para remodelarlos.
Tal vez nuestros pensamientos son otra forma en que Dios juega charadas con nosotros, pero no prestamos suficiente atención, y es por eso que a menudo perdemos el punto que Él está tratando de hacernos entender. Voy a echar un vistazo más de cerca a esta idea de ahora en adelante. Dedicaré una parte de mi práctica diaria de meditación a jugar el juego y ver si puedo adivinar Sus mensajes a través de mis propios pensamientos, y escribiré sobre ello tan pronto como tenga algunos ejemplos.
¡Los pensamientos son como las nubes en el cielo, amigos míos! ¡Ni más ni menos! Sirven para muchos propósitos, y es nuestro deber tomar conciencia de ellos para que podamos trabajar con ellos como un equipo. En el momento en que nos volvemos conscientes de nuestros pensamientos, dejamos de ser sus prisioneros y comenzamos a trabajar CON ellos para convertirnos en nuestra mejor versión.
Con amor,
Irene