This post is also available in: English (Inglés)
¿Alguna vez has practicado yoga? Incluso si no lo has hecho, probablemente sabes que ‘yoga’ y ‘fluir’ son dos palabras que van juntas. ¿Por qué una práctica de yoga es también llamada flujo? Bueno, vamos a revisar la definición de flujo muy rápidamente. Oxford Languages define el flujo como “la acción de moverse a lo largo de una corriente constante y continua”. Esta es una manera perfecta de describir una práctica de yoga. Pasamos de una postura corporal a la siguiente de una manera constante y continua.
Cuando estamos haciendo yoga, dejamos que nuestra respiración sea quien dirije la práctica. Nos movemos siguiendo nuestro respiración, y eso nos da el flujo. Empecé a hacer yoga hace unos años. Si recuerdas, te conté hace unas semanas que lo hice al principio porque mi mente competitiva quería lograr la postura de la parada de cabeza. Los primeros meses practicando yoga, no sentí ese flujo. Estaba tan obsesionada con hacer la parada de cabeza que mi practica de yoga era incorrecta.
Si eres un yogui, o practicas yoga a menudo, probablemente estés pensando que no hay una manera correcta o incorrecta de hacer yoga porque, al igual que la meditación, el yoga se basa en saber que vas a fallar mucho, y esa es la manera “correcta” de hacerlo. Bueno, sí, tienes razón. Sin embargo, la razón por la que estoy convencida que estaba haciendo yoga incorrectamente es porque estaba buscando perfección. Estaba concentrada en controlar todos los movimientos a la perfección, y ese no es el propósito del yoga. Como el arte, el yoga no se trata de la perfección. Se trata de dejar que nuestro yo interior sea exactamente como es: perfectamente imperfecto.
He sido perfeccionista toda mi vida y puedo asegurarles que no sólo es agotador; es todo lo contrario a practicar amor propio. Mi personalidad perfeccionista comenzó muy temprano. No sé la razón, pero puedo recordar cientos de veces desde mi infancia cuando me sentí frustrada por no obtener un resultado perfecto en algo. Uno de los ejemplos más épicos fue la competencia que creé en mi cabeza contra el columpio. Sí, lo leíste bien. El columpio en el parque de juegos.
Tenía cuatro años y oí a mi familia hablar de cómo una de mis primas recibió un golpe en la cabeza mientras jugaba en el columpio. Fue una de esas situaciones que implicó mucha sangre y una visita a la sala de Urgencias. Así que me hice una promesa a mi misma. En lugar de evitar los columpios, porque realmente me encantaban, decidí jugar siempre a la perfección con ellos. ¿¿Qué?? ¿Cómo tiene eso siquiera sentido ? ¿Cómo se juega “perfectamente” en el parque? ¿Qué sabes de la perfección a la edad de cuatro años? Todo lo que puedo decir es que obviamente fallé en mantener esa promesa porque me caí de los columpios varias veces, y me sentí muy frustrada. Y eso es sólo una de las cientos, si no miles, de anécdotas sobre mis intentos de vivir una vida “perfecta”. Por supuesto, no me arrepiento de quién he sido todos estos años, simplemente estoy reflexionando sobre quién quiero ser a partir de ahora.
La vida es un flujo porque no se trata de perfección. La vida se trata de movernos de esa manera constante y hermosa en que se supone que debemos movernos, y ese movimiento no tiene por qué ser perfecto; sólo tiene que ser constante. Como una práctica de yoga, la vida consiste en conectarnos con nuestra alma y dejarla fluir. Algunos días tendremos éxito y otros días fracasaremos. En lo que tenemos que centrarnos es en movernos continuamente y seguir nuestro propio ritmo. Fuimos diseñados de esa manera. Presta atención a tu respiración por unos momentos, y empezarás a reconocer que realmente guía tu flujo de vida.
Cuando empecé a entender los principios del yoga, también comencé a despegarme de ser perfeccionista. Nadie puede practicar yoga y meditación con propósito e intención y seguir creyendo que pueden aspirar a la perfección. Esta es la razón por la que creo firmemente que una de las mejores maneras para que los seres humanos comencemos a desarrollar amor propio es a través de estas prácticas. Realmente nos enseñan a vernos a nosotros mismos desde una perspectiva compasiva, y eso nos lleva al crecimiento y al amor propio.
Por supuesto, no estoy diciendo que debas practicar yoga y meditación para encontrar tu manera de salir del perfeccionismo. Mis escritos son puras auto-reflexiones. Me gusta compartirlos con ustedes porque siento que algunas personas podrían encontrarlos útiles. Sé que no hay una manera “perfecta” de dejar de intentar ser perfecto, ¡eso derrotaría todo el propósito! Lo que realmente quiero que te lleves de mis palabras es que todos somos perfectamente imperfectos. No hay una manera correcta o incorrecta de vivir la vida; sólo hay una corriente para cada uno de nosotros. Y solo tenemos que seguir avanzando con ella.
Disfruta de tu ritmo de vida; deja que te lleve de un momento a otro de una manera increíble y constante. ¡No hay prisa! Sigue bailando.
Con amor,
Irene