This post is also available in: English (Inglés)
Esta semana celebro dos eventos importantes: mi cumpleaños numero 38 y mi décimo aniversario en este hermoso país. Es gracioso cómo a veces se siente como llegué aquí ayer, pero tan pronto como hago una evaluación rápida, se siente como he estado aquí mucho más de 10 años. Dejé mi país natal a la edad de 28 años. Algunas personas piensan que todavía era muy joven en ese momento, pero otras personas lo ven como una decisión tardía.
Si me preguntas a mi, diría que mi miedo habría sido el mismo si tenía 16, 18, 20, 28 o 40. ¿por qué? Porque al principio no me siento cómoda con el cambio. Me toma algún tiempo procesar la idea de cambiar, a pesar que siempre lo hago. Pero tengo que hacer un esfuerzo enorme para poder respirar naturalmente al principio cuando estoy en medio de un gran cambio. Culpo de esto al lado controlador de mi personalidad. Los cambios vienen con un nivel de incertidumbre que me asusta muchísimo. Sin embargo, estoy muy agradecida por cada cambio que me ha tocado vivir. Esos cambios me han convertido en quien soy hoy, y me encanta esta versión de mí misma.
Por varias razones, decidí salir de mi zona de confort hace 10 años. Me iba muy bien profesionalmente. Estaba disfrutando mucho de mi familia y amigos. Tenia muchas oportunidades de seguir “creciendo” dentro de mi zona de confort. Pero en el fondo, sentía que algo me faltaba. Así que un día, decidí dejar mi zona de confort y comenzar una aventura de cero en una cultura totalmente diferente. Aterricé en Estados Unidos el 2 de Agosto de 2010. ¡Aunque mi mamá ya estaba aquí, estaba muy asustada!
Yo ya era dentista en mi país de origen en ese momento. Así que, al principio fue difícil bajar mi ego hasta el punto de admitir que necesitaba volver a la escuela sólo para aprender el idioma primero. Pero sabía que era la única manera de ascender. Así que me tragué mi joven orgullo y me inscribí en la universidad para aprender inglés. Yo estudie y trabaje a tiempo completo, así que pude pagar la universidad por mi cuenta. Como todos los comienzos, este no fue fácil, pero estoy profundamente agradecida de haber tomado el riesgo.
Necesitaba darte un poco de perspectiva sobre cómo se veía mi vida hace 10 años, para que puedas tener una mejor comprensión de lo que cuento a continuación.
Cuando tenía 28 años, no creía en el matrimonio. Viniendo de una familia divorciada, pensaba que la institución del matrimonio eventualmente fracasaría para mí. Mis experiencias amorosas hasta ese momento no habían sido las mejores. No es que había tenido demasiadas parejas a los 28 años, pero las pocas que tuve, todos me habían engañado. En realidad, no he tenido una relación libre de infidelidad en mi vida. Oh bueno, ese será un tema para un futuro articulo jajaja. Pero la verdad es que, hace 10 años, simplemente tenía miedo del amor, a lo grande. Así que cuando conocí a mi ex-marido justo después de llegar aquí, la idea del matrimonio no estaba en mis planes … ¡En lo absoluto! Ni siquiera estaba buscando una relación, para ser completamente honesta. Estaba concentrada en construir mi nueva vida en un nuevo país.
Debido a eso, nuestra relación no fue fácil desde el principio; pasamos por muchos desafíos diferentes e incómodos. Pero por alguna razón (los planes de Dios, tal vez) nunca nos separamos ni siquiera en los tiempos más difíciles. Siempre describo los primeros años de nuestra relación como una montaña rusa. Tuvimos muchos altibajos, pero la amistad que construimos a través de toda la locura fue increíblemente fuerte. Debido a la forma fuerte en que crecimos como pareja, cuando me pidió que me casara con él, mi mente ya había cambiado. Dije que sí porque había elevado mis creencias. Dije que sí porque confiaba más en el plan de Dios que en mis temores. Dije que sí porque abrí mi corazón y mi mente para creer en el amor. Ciertamente no me casé pensando que me divorciaría seis años después. Me casé con un corazón tranquilo y estaba abierta a disfrutarlo tal como era.
Aunque mi matrimonio terminó, no he cambiado de opinión a creer lo mismo de hace 10 años. Mi matrimonio estuvo lleno de tanto amor, crecimiento y aprendizaje que realmente creo que compartir nuestras vidas con alguien a través de esa jornada matrimonial es una de las mejores experiencias que podemos tener en la vida. Estoy convencida que Dios cruzó nuestros caminos a través del matrimonio para que pudiéramos ser los socios de negocio que somos hoy. Necesitábamos conocernos de una manera más profunda para tener el equilibrio perfecto que mantenemos hoy en día para hacer crecer nuestro negocio.
Estoy tan agradecida que decidí dejar mi zona de confort hace 10 años. Mi mente ha cambiado de tantas maneras para mejor que a veces siento que renací después de dejar mis miedos atrás en 2010. He evolucionado hasta el punto de convertirme en un alma más pacífica, consciente y hermosa. Sé que aun tengo un largo camino por recorrer a medida que sigo creciendo en todos los aspectos de mi vida, pero tengo una fe inquebrantable en los planes de Dios para mí. Sé que cada experiencia que pasamos está perfectamente diseñada para llevarnos al siguiente nivel.
Desde mi humilde experiencia, puedo asegurarles que dejar nuestra zona de confort y forzarnos a cambiar cuando sentimos que algo falta es la mejor manera de evolucionar, y la evolución nos ayuda a llenar esos espacios vacíos en nuestros corazones. ¡Así que no tengan miedo mis amigos! ¡Salgan de esa zona de confort en la que están atrapados y dejen que sus almas EVOLUCIONEN!
Con amor,
Irene