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Este articulo esta titulado en ingles con una palabra que no tiene una definición precisa en español. Así que les voy a explicar a que me refiero antes para que puedan encontrarle sentido a mis palabras. Entitlement es una palabra en ingles que se usa (en uno de sus contextos) para expresar cuando alguien se siente con derechos a recibir un trato especial porque si. En la jerga Venezolana lo comparo cuando catalogamos a alguien como creído. Es esa manera de imponer a otros que “tienen que” tratarnos de cierta manera especial porque si. Bueno para efectos del articulo en español me voy a referir a esto como: sentirse con derechos. Vámonos!!
¿No crees que “sentirse con derechos” es un concepto que esta de moda? En mi mundo lo es. Hoy en día, sentirse con derechos es una creencia predominante tanto entre los jóvenes como entre la gente mayor. ¡Sí, has leído bien! No voy a meter solo a los Millennials en este paquete porque he visto ese mal modo de sentirse con derechos por todas partes, en todos los diferentes grupos de edades.
A menos que seas la Madre Teresa, no me digas que no te has sentido con derechos en algún momento de tu vida. A estas alturas, espero que sepan que no estoy hablando de derechos civiles o los relacionados con el gobierno. Si no estas muy seguro, veamos la definición de la palabra en mi contexto actual. Oxford Languages define el sentirse con derechos (Entitlement) como: “la creencia de que uno inherentemente merece privilegios o un trato especial”. Ahora seamos honestos, aquí. Después de leer esta definición, ¿puedes decir honestamente que nunca has tenido esta sensación antes?
Yo me considero una mujer en recuperacion de vivir en modo sentirme con derechos. Sí, estoy haciendo todo lo posible para dejar atrás ese feo habito de sentirme con derechos. Por supuesto, cuando practicamos la gratitud desde el corazón, el sentirse con derechos ya no es una opción. El dulce y cálido abrazo interno que recibo de la gratitud no puede compartir un espacio con la frialdad del modo sentirse con derechos. Cuando hice una meditación profunda sobre mi forma egocéntrica de sentirme con derechos, descubrí que las sensaciones internas que me daba eran horribles. La mejor manera que tengo de describirlo es una sensación de frialdad dentro de mis huesos. Encuentro muy interesante mi capacidad para sentir los dos conceptos (gratitud y sentirme con derechos) con sensaciones corporales reales. Aún más interesante es cómo son totalmente opuestos para mí, internamente.
Me he sentido con derechos en muchas áreas de mi vida, pero la que voy a compartir aquí, ya que este es un blog sobre el divorcio, es el modo a sentirme con derechos que creé alrededor de ser una esposa. Me gusta compartir las cosas que he hecho en el pasado (o que sigo haciendo a veces en el presente) de las que no estoy orgullosa porque son buenos ejemplos de lo que no debo hacer para mantenerme en armonía con la forma en que quiero vivir. El sentirme con derechos es definitivamente uno de los sentimientos que solían dominarme en el pasado.
Antes de casarnos, solía hablar mucho con mi ex marido por teléfono. El tipo de trabajos que ambos teníamos en ese momento nos daban la libertad de hablar mucho. Después de casarnos, nos pusimos más ocupados, y ya no teníamos esa misma libertad para hablar. Pero él siempre me llamaba tan pronto cuando salia de mi trabajo cada día. Todos los días, me llamaba inmediatamente que me montaba en mi auto, y él me hablábamos durante todo el camino hasta que yo llegaba a casa, incluso cuando el ya estaba allí. Todo era hermoso … hasta que ya no lo fue.
El primer día que no lo hizo, yo estaba muy triste. Y mirando hacia atrás, ¿sabes lo que me doy cuenta que fue la peor parte? Ni siquiera intenté llamarlo ese día. Simplemente me puse muy triste, y tuve muchos sentimientos feos, y mi razonamiento era: “¡Él TIENE que llamarme! ¡yo soy la esposa!” Me sentía totalmente con “derechos” a recibir esas llamadas porque, bueno, yo era su esposa. Ser la esposa, según mi manera de pensar en ese entonces, era razón suficiente para que él me hiciera una prioridad en su vida. ¿Qué? ¡Lo sé! Eso suena muy feo. ¡Pero en ese momento no sabía nada mejor! Y no me estoy golpeando a mí misma por tener esa mentalidad en el pasado; simplemente estoy reflexionando sobre ello.
Tal vez si estás casado/a, estás pensando: “¡Pero eso es correcto! Se supone que debemos ser una prioridad para nuestros cónyuges”. Nada está mal con esa creencia, pero la parte difícil de esto es que nosotros no podemos obligar a nadie a agregarnos como prioridad a su lista. Yo hago de alguien una prioridad en mi vida si quiero, pero no porque esa persona tenga un título X o Y (y por títulos me refiero a que podrían ser cualquiera: cónyuge, mamá, papá, hijo, hija, amigo, etc.) La verdad sobre el sentirse con derechos dentro de las relaciones es que un título no nos otorga ningún tipo de privilegio .
El sentirse con derechos está completamente vinculado a nuestra necesidad de control. Cuando nos sentimos con derechos, queremos que otros actúen y hagan las cosas basado en cómo nos sentimos nosotros, y no en cómo se sienten ellos acerca de nosotros. Vivir con ese sentimiento solo nos empuja a vivir en sufrimiento porque al final del día, nunca, nunca podremos controlar los sentimientos de otras personas.
¿Sabes quién es la única persona sobre la que tienes control? Si estás pensando, “yo mismo”, esa es la respuesta correcta. Pero déjame decirte, sin embargo, que a veces controlarte a ti mismo no es una tarea fácil. Si no me crees, piensa en todas esas veces que terminaste haciendo algo que no querías hacer en el fondo, pero no fuiste lo suficientemente fuerte como para controlarte de no hacerlo.
Piensen en esto, amigos míos: si no se hacen una prioridad para ustedes mismos, ¿por qué esperarían que otros lo hicieran? Y por otro lado, cuando te conviertes en una prioridad para ti mismo, nunca te preocuparías por saber si eres una prioridad para los demás. La vida adulta está llena de paradojas, y ese sentimiento de prioridad dentro de las relaciones es una de ellas. Ese sentido de importancia que tanto deseas obtener de los demás no tendrá mas valor en el momento en que enciendas el sentimiento de gratitud por ser importante para ti mismo.
¡Menos sentirse con derechos, más gratitud!
Con amor,
Irene