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Después de decidir que queremos un divorcio, hay miles de preguntas rondando dentro de nuestras cabezas. Y casi puedo garantizarles que la razón detrás de cada una de estas preguntas se basa en el miedo. Estamos tan acostumbrados a la vida que vivíamos que él solo pensamiento de un cambio tan grande nos enferma.
Estaba aterrorizada justo después de tomar la decisión, y tenía todo tipo de miedos, desde los mas tontos, como a quién llamo ahora si mi auto no funciona, a los más importantes, como: me dejara quedarme con el perro? (No te asustes, me quede con mi peluda ☺)
En mi caso, uno de mis mayores temores fue el simple pensamiento de dejar entrar a alguien de nuevo. Este miedo estaba basado en el hecho que durante tantos años, me sentí culpable. Mi época de los veinte fueron una locura, y siempre salía con la gente equivocada. Quiero decir, sé que todos nos volvemos locos a esa edad, pero no me sentía bien o orgullosa de mi vida amorosa. Odiaba mis decisiones de relaciones sentimentales. Durante mucho tiempo, tuve la creencia que mi vida amorosa siempre apestaría porque hice cosas equivocadas en mi pasado. También tenia la percepción que Dios me penalizaría para siempre por actuar de la manera en que lo hice. ¡Tonta, pensando que Dios trabaja de esa manera!
Cuando me casé, ese sentimiento de culpabilidad desapareció. Me sentí amada y valorada (por un tiempo), así que dejé que los buenos sentimientos me cuidaran. Es realmente increíble cómo el amor puede protegernos del miedo. Todo era hermoso hasta que me estrellé de nuevo a la realidad y me di cuenta que mi miedo no desapareció, simplemente estaba oculto. Estaba tan ocupada amando a mi esposo y nuestro matrimonio que me olvidé de sentirme culpable. Cuando me enteré que me estaban engañando, todos los sentimientos de culpa y temores me golpearon tan fuerte como pudieron. Tenía la impresión que el engaño fue mi culpa. Durante mucho tiempo, sentí que era mi castigo por actuar como lo hice en mis veinte años. ¡Y lo peor es que pensé que me lo merecía! Ahora puedo decirles con absoluta certeza que pensar de esa manera no es más que una consecuencia de no amarnos a nosotros mismos. Tendemos a pensar que todo es un castigo cuando no podemos ver nuestro verdadero valor.
Es normal tener altibajos en el proceso de separación. Un día, sentimos que nos estamos recuperando y todo se está curando, y pocos días después, sentimos que estamos de vuelta al principio. Es un proceso. Se supone que sea así para que podamos crecer. Sentirse deprimidos no es más que una prueba. Durante el proceso de separación, tenemos que estar preparados para recibir estas pruebas a menudo, y necesitamos saber que vendrán sin ninguna anticipación. La conciencia es la clave que nos ayudará a levantarnos después de caer. Tenemos que ser plenamente conscientes que hemos caído para que volvamos a levantarnos más fuertes. Me di cuenta de mis altibajos una vez que comencé a practicar la meditación. (Hablaré más sobre la meditación en publicaciones posteriores.)
Durante mucho tiempo después de mi divorcio, tuve la impresión que estaba sanando maravillosamente y nada me llevaría de vuelta a los horribles sentimientos de culpa y miedo. Un día estaba escuchando un gran audiolibro llamado The Universe Has Your Back de Gabrielle Berstein, y justo en el primer capítulo, me di cuenta que tenía un miedo muy profundo. Incluso cuando me sentía muy bien en muchos sentidos, descubrí que tenía mucho miedo al amor.
Escuchar este audiolibro me ayudo mucho a abrir mis ojos. Y como escribir es mi solución para todo, me senté y comencé a escribir por qué tenía tanto miedo.
Mi primer pensamiento en atacar era el sentimiento de culpabilidad:
Me siento culpable por mis experiencias pasadas.
Lei esta frase y pense: necesito pelear esto.
Asi que respondi a mi propia frase:
No soy culpable. Tuve algunas experiencias que no definen quién soy ahora. Dios me ama, y no me está castigando.
Sonreí a mi respuesta. Se sentía tan bien verlo, decirlo y creerlo.
Mi segundo pensamiento fue mi propia definición de amor. Creo que muchos de nosotros crecimos escuchando la famosa frase: El amor duele. Esta es una frase tan pequeña y poderosa que ha definido el sentimiento humano más puro de una manera tan equivocada.
Contra esto también necesitaba luchar, y sabía que no sería una batalla fácil porque tendría que demoler 37 años de creencias profundamente arraigadas.
¿Y cómo luchas contra esa creencia cuando recientemente te divorciaste, cuando tus padres están divorciados y cuando crees que has experimentado el dolor emocional más intenso en nombre del amor?
El ejercicio fue así:
El amor DUELE………
Leí esto, respire profundamente y dejé que mi alma respondiera:
El amor NO duele!
Nuestras expectativas duelen.
Nuestra percepción duele.
Nuestros egos duelen.
Nuestra necesidad de controlar duele.
Nuestra falta de empatia duele.
Pero el amor es y siempre sera un sentimiento puro y hermoso.
Cuando nos sentimos heridos, no es por amor, ¡nos sentimos heridos porque nos resistimos al amor! Una vez que dejamos entrar el amor, no hay dolor. No hay dolor. El amor es tan poderoso que cuando lo dejamos entrar por completo, ya no hay miedo.
Mi divorcio no dolió por amor. Fue doloroso por un momento porque tenía expectativas que no estaban alineadas con la realidad. No quería sentirme como un fracaso al divorciarme, así que estaba en modo de resistencia y todo era tan doloroso mientras estaba así. Pero ese modo de resistencia no duró mucho.
Como no me gusta la confrontación, decidí que quería un divorcio amistoso, y dejé que el sentimiento de amor y respeto me guiara a través de toda la situación. No sabía en ese momento que lo que hacía era dejar que el amor entrara para restaurarme de adentro hacia afuera. El amor fue hermoso durante mi matrimonio, y el amor fue hermoso durante mi divorcio. El amor me salvó de tener una separación fea.
Si nos casamos guiados por el hermoso sentimiento de amor, debemos dejar que ese mismo sentimiento nos guíe a través de cada etapa de nuestras vidas, especialmente aquellas que son las más desafiantes. Debemos dejar que el amor fluya como la energía que es. Nunca muere, sólo se transforma. NO DUELE.
Con Amor,
Irene