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Hoy me gustaría compartir con ustedes la razón por la que sigo creyendo.
La Navidad tiene un significado especial para muchas personas, ya sea por el significado religioso o porque es un momento para compartir el sentimiento inocente de creer en algo más grande (o tal vez incluso mágico) con la familia y las personas que nos rodean.
Sea cual sea el caso, me encanta la sensación que percibo en esta época del año. Para mí, se siente como si la mayoría de la gente desacelerara durante unos días y dejaran que su lado bueno fuera el dominante por un tiempo. Sé que esta afirmación hace que suene como si estuviera diciendo que todos somos malos el resto del año, pero lo que quiero decir es que la Navidad me hace ver más claramente la belleza de las buenas intenciones y esa condición de la naturaleza humana de dar. Para la primera semana de diciembre, las familias suelen prepararse: las decoraciones están ya puestas, el número de regalos alrededor de los árboles de Navidad aumenta, se prepara comida especial y la gente se ve un poco más feliz.
Pero lo que más me gusta de la Navidad es la sensación de creer. Me encanta ver a mis sobrinos emocionados, haciendo largas listas de los juguetes que les gustaría recibir. Me encanta ver su inocente y hermosa forma de creer en algo mágico. No estoy segura de por qué dejamos de enviar cartas a Santa o pedirle al niño Jesús. Bueno,si sé por qué, pero no entiendo por qué dejamos de usar ese hermoso método de escribir una carta para pedir las cosas que soñamos recibir. Creo que las personas que creen en Dios como yo reemplazan escribir cartas a Santa con oraciones a Dios. Espero que no sea demasiado tarde, pero voy a escribir una carta este año, y les haré saber lo que recibo más tarde.
Recuerdo cuando me enteré que mis padres eran los que compraban los regalos de Navidad; Sentí que estaba entrando en un nivel diferente de crecimiento. Una de mis tías me lo dijo, y mi mamá estaba tan enojada con ella por decirme que creo que fue más difícil para mi mamá que para mí. Supongo que porque soy la más chiquita, ella quería mantener esa hermosa tradición por un poco más. Mi mama le repetía a mi tía: “No puedo creer que fuiste tú! Entendería si uno de sus hermanos lo hubiese hecho… pero tú? Mi tía se reía y se sentía mal al mismo tiempo. Sin embargo, ella no lo hizo a propósito, pensó que yo ya lo sabía. De todos modos, incluso cuando dejé de enviar mis cartas, seguí hablando con Dios y pidiéndole las cosas que quería.
Debido a la forma en que me enteré, siempre he sido muy cuidadosa hablando sobre el tema cada vez que hay niños cerca. En serio, no quiero ser la que de ese tipo de noticias. Me encanta ver a los niños creyendo. Me encanta ver sus hermosas pequeñas caras, la felicidad y la alegría que exudan cuando abren ese regalo especial de Santa. Estoy segura que todos los que tienen un buen corazón pueden estar de acuerdo conmigo en esto: creer tiene un efecto mágico, increíble. ¡Nos da alegría! Entonces, ¿por qué no seguimos creyendo? No nos hace mal.
Si no quieres escribir una carta, está bien. Si crees que te verás tonto pidiéndole a Santa (o a Dios) las cosas que tu corazón anhela, entonces no lo hagas. Pero antes que descartes por completo la idea, déjenme contarles la explicación más hermosa que he oído sobre Santa.
Hace unas semanas, estaba hablando con unos amigos cuando uno de ellos recibió una llamada de su hija. Estaba muy emocionada porque acababa de recibir cajas con muchos regalos de parte de él. Ella vive en un país diferente, así que su padre le envió muchos regalos de Navidad por correo. Nos estaba contando a mi mamá y a mí que se volvió loco y le compro un poco más de lo que se debía este año. Cuando le preguntamos por qué, nos dijo que su hija le había dicho a su madre que no quería nada este año. Nos explicó que cuando ella se enteró quién en realidad compraba los regalos, le preguntó: “¿Por qué no me lo dijiste antes? Pensé que éramos buenos amigos”. Estaba un poco sorprendida porque sentía que su padre le había estado mintiendo todos esos años. . .
Pero él respondió: “No te estaba mintiendo. Mira, Santa puede que no traiga los regalos él mismo, pero él me proporciona buena salud, un buen trabajo, y todo lo que necesito para comprarte los regalos. Por lo tanto, debes de seguir creyendo! La razón por la que su hija no quería pedir nada este año fue porque sentía que su padre estaba trabajando tanto, con tan poco tiempo para descansar, que no quería pedir algo que lo hiciera tener que trabajar aún más duro. Cuando su padre escucho eso, su corazón se arrugo un poco. Así que con mucho amor le compro muchas mas cosas de las que debía.
¡Debemos seguir creyendo, amigos míos! Somos libres de pedir por buena salud, por paz interior, por la capacidad de ver y hacer de todo con mucho amor, por mucha alegría, por mucha felicidad, por risas verdaderas, por mucho amor propio, por respeto, por la capacidad de ver lo bueno en cada situación y por el deseo de hacer de este mundo un lugar mejor a través de nuestras acciones.
¡Les deseo a todos una muy Feliz Navidad!
Con amor,
Irene