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Todos hemos escuchado y leido la palabra “compasión” con frecuencia. Algunas personas son buenas en la práctica, pero otras parecen no entender muy bien el concepto. ¿Sabes lo que significa compasión? Si no está muy seguro, echemos un vistazo a la definición primero y luego exploremos el tema un poco más profundo. Según el diccionario Merriam-Webster, la compasión es “estar consciente y comprender la angustia o sufrimiento de otros con el deseo de aliviarla”. En otras palabras, la compasión significa entender el dolor de otras personas y querer hacerlas sentir mejor.
Todos hemos sido compasivos en algún momento de nuestra vida, y todos hemos recibido compasión de los demás también. La compasión es, en mi opinión, uno de los atributos más bellos que tenemos los seres humanos que nos permite conectarnos con los demás. La compasión nos da esa sensación de comprensión que definitivamente se requiere cuando vivimos dentro de una comunidad. Sería extremadamente difícil ser parte de una sociedad si no fuéramos capaces de ser compasivos.
A veces es fácil practicar la compasión. Para la mayoría de las personas, (siempre me gusta usar el término ‘mayoría’ porque sé que hay excepciones para cada regla) sólo se necesita ver a alguien experimentando cualquier tipo de dolor para activarnos el modo compasivo. No nos gusta el dolor y el sufrimiento; por lo tanto, tampoco queremos que otros lo experimenten.
Creo que la mayoría de las veces somos realmente buenos en ser compasivos cuando no estamos sufriendo o sitiendo dolor nosotros mismos. Cuando nuestras circunstancias van bien, estamos abiertos a entender a los demás. Pero si estamos sufriendo, entonces se hace difícil agregar más a nuestras emociones ya sobrecargadas. Nos volvemos un poco egoístas cuando experimentamos dolor y sufrimiento. Queremos que otros nos entiendan porque, bueno es lógico, estamos sufriendo. Si estamos pasando por una situación dolorosa, no tendemos a ser más comprensivos del sufrimiento ajeno. Nuestro propio dolor no nos deja entender el dolor ajeno.
He estado analizando este fenómeno desde que comencé mi proceso de divorcio. Durante mucho tiempo, estuve tan inmersa en mi propio dolor que no me di cuenta de que mi ex-marido también estaba sufriendo. Pensé que yo era la única que sufría y que el estaba feliz. Es difícil sentirse compasivo cuando estamos sufriendo. Es aún más difícil cuando estamos en el proceso de una separación donde la infidelidad estuvo involucrada. Es común que pensemos que la persona que nos engaño no sienta ningún tipo de dolor; tendemos a suponer que debido a que nos estaba engañando, no estában sufriendo, después de todo, la separación debe ser lo que tanto querían, ¿verdad? Sé que tal vez quieras dejar de leer esto si estás en medio de este tipo de dolor en este momento. Sé que esta forma de pensar puede no tener sentido para ti en este momento. Pero dame unos minutos más para explicar mi punto.
El día antes de ir a la corte y divorciarnos legalmente, mi ex-marido me invitó a cenar. Me dijo que sólo quería despedirse como los buenos amigos que siempre hemos sido. Acepté la invitación, y fuimos a uno de nuestros restaurantes favoritos. Mientras miramos el menú, empezó a llorar y me dijo: “Lo siento, pero estoy muy emotivo, y no puedo controlarlo”. Le pregunté si sabía por qué estaba tan emotivo cuando todo iba tan bien, y me dijo que simplemente lamentaba todo el dolor que pasé. Acepté sus disculpas, y le dije que sabía que el no era una mala persona.
Tuvimos una conversación muy honesta durante esa cena. Me contó cómo se desborono cuando regresó a su apartamento el día que le pedí el divorcio. Me dijo que sabía que habíamos terminado como pareja, pero estaba enojado consigo mismo por todo el dolor que le causó a la persona que consideraba su mejor amiga. Entendí esa noche que yo no fui la única que pasó por un intenso dolor y sufrimiento.
Creo que la razón por la que no nos sentimos compasivos en ese tipo de circunstancias es porque queremos que la otra persona sufra de una manera muy específica. Queremos que sientan el mismo dolor que estamos sintiendo nosotros, pero olvidamos totalmente que nuestro dolor es sólo nuestro. Nuestra perspectiva es diferente, pero eso no significa que ellos no se sientan heridos también. Ellos también pasan por momentos de culpa y vergüenza. Pueden ver y sentir nuestro dolor, y eso los hace sentir mal como personas. Y permitanme aclarar algo: no estoy tratando de convencerlos de que lo que ellos hicieron estuvo bien. Sólo quiero hacerles ver que ambas partes suelen sentir el dolor de la separación.
La compasión no significa que tengamos que dejar de sentir nuestro propio dolor para entender a los demás. En este caso, la compasión significa que podemos reconocer su dolor y entender que es un tipo diferente de sufrimiento. Si hacemos todo lo posible para ser compasivos en el proceso de separación, podemos hacerlo un poco más fácil. Cuando dejamos que la compasión tome las riendas en el proceso de una manera inteligente, agregamos un toque humano que nos ayudará a sentirnos mejor. Cuando entendemos que el sufrimiento no se ve igual para todos nosotros, pero es igualmente doloroso, entonces podemos construir nuestro camino para salir de esos rencores que sólo nos dañan a nosotros mismos.
No somos débiles por ser compasivos. En realidad es todo lo contrario. Se necesita mucho valor para ser compasivos cuando estamos heridos, y eso mis amigos, sólo puede ayudarnos a crecer.
Con amor,
Irene