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Si has leido cualquier libro de auto-ayuda o escuchado cualquier podcast sobre crecimiento personal, habras notado que todos ellos mencionan la claridadcomo un aspecto importante para desarrollarnos a nosotros mismo con el fin de convertirnos en nuestra mejor versión. No hace falta decir que debemos tener claro lo que queremos para que podamos ir tras ello, pero no es fácil obtener el nivel de claridad necesario antes de embarcarnos en el siguiente nivel de mejorarnos a nosotros mismos.
He leído sobre esta idea no menos de cien veces, pero fue sólo cuando estaba lista para entender completamente el concepto de claridad que finalmente me hizo clic. Estoy hablando, por supuesto, desde una perspectiva femenina porque bueno, soy una mujer. Para mí, a veces es un reto saber exactamente lo que quiero. Permítanme darles un ejemplo. Durante la etapa de luna de miel de mis días de casada, solía ir a muchos restaurantes. Mi ex-marido y yo estábamos realmente apasionados en probar todos los restaurantes nuevos y de moda alrededor de la ciudad. Escuchabamos acerca de un nuevo lugar, e inmediatamente planeabamos ir a probarlo ese mismo fin de semana (o la mayoría de las veces, incluso ese mismo día). Todo era divertido y emocinante hasta que el menú estaba frente a mí. Cuanto más grande era el menú, peor era mi ansiedad. Era una pesadilla para mí ver todas esas opciones y tener que elegir una. Algunos días, realmente quería probar algo nuevo, pero tenía tanto miedo de terminar sintiendo que no me gustaba, que siempre elegía algo que ya conocía, sólo para sentirme segura. Yo llamo a esto la “Regla del Menú del Restaurante”.
Puede que estas pensando, “Bueno, está bien sentirse de esa manera cuando vas a un restaurante. Le pasa a mucha gente, y es bastante normal”. Sí, es normal. Mi punto aquí es que la vida en sí es como un menú de restaurante. Para todo, tenemos tantas opciones de donde elegir, que lograr y mantenernos claros puede ser realmente difícil. Piénsalo. Desde el momento en que te despiertas por la mañana, se te presentan cientos de opciones, desde como te vestirás para ir a trabajar, hasta lo que harás para la cena. Y vivimos en una sociedad tan acelerada, que la mayoría de las veces, no nos damos cuenta que estamos tomando decisiones constantemente. Idealmente, deberíamos hacerlo en piloto automático. Para las cosas sobre las que estamos completamente claros, no tenemos que lidiar con múltiples opciones.
Si prestas mucha atención, notarás que algunos días son más fáciles que otros cuando se trata del juego de elección. ¿Pero por qué pasa eso? ¡Fácil! Cuando estamos muy claros, las decisiones vienen naturalmente. Imaginemos que es el comienzo de la temporada de fútbol, y recibes un correo electrónico del trabajo sugiriendo que uses la camiseta de tu equipo favorito al día siguiente. Te despiertas a la mañana siguiente, y sabes exactamente qué ponerte. En este caso, el nivel de claridad en nuestra mente fue ayudado por circunstancias externas, pero sólo quiero que entiendas el punto. Saber lo que realmente queremos, o necesitamos, es la aguja en la brújula que dirige nuestras vidas. Esto puede sonar un poco cursi, pero es totalmente cierto.
Hace unos meses, la importancia de la claridad se ilumino en mí. Como mencioné antes, lo he leído tantas veces que creo que ya estaba en mi subconsciente. Si has estado leyendo mi blog, puedes saber que estoy muy dedicada a entrenar mi cuerpo y a la alimentación saludable. Hoy en día, tengo muy claro lo que quiero para mi salud, y esa es la razón por la que como y entreno de la forma en que lo hago. Pero, ¿cómo lo aclaré? El año pasado, me hice mi chequeo anual de salud, y ya había estado trabajando en comer más sano. Cuando el médico vio los resultados de mis pruebas de laboratorio, me dijo: “Irene, esto es genial. Lo que sea que estés haciendo, sigue así. Realmente desearía que todos mis pacientes estuvieran la mitad de sanos que tú”. Salí de su oficina con la sonrisa más grande que puedas imaginar. Esa fue el mejor comentario que pude haber recibido después que me dijeron años antes que necesitaría estar en medicamentos para el colesterol por el resto de mi vida. Me dijeron que mi cuerpo estaba produciendo colesterol malo a pesar que estuviera comiendo “saludable”. Después de eso, me comprometí a mantener todo bajo control cambiando mi dieta. ¡Y tuve éxito! Cuando vi que mi dedicación daba sus frutos, la sensación de claridad que tenía sobre mi salud era tan brillante como el sol en el día más soleado. Estoy más que feliz de informar que no necesito ningún medicamento para mantenerme saludable.
Ese día, el concepto de claridad hizo clic para mí. Es sólo cuando somos muy claros acerca de lo que realmente queremos, que tomamos las mejores decisiones automáticamente. Comer sano y entrenar duro es una total satisfacción para mí. Me encanta hacerlo porque sé lo que estoy obteniendo de eso, y eso está completamente alineado con lo que realmente quiero. Amo y respeto tanto mi cuerpo, y no dejo que las malas decisiones interfieran con ese nivel de amor.
Ahora que entiendo el concepto de claridad, lo aplico a todos los aspectos de mi vida. He conocido a algunos chicos en los últimos meses, y casi dejo que mi pasada “Regla de menú del restaurante” se hiciera cargo de mis decisiones. Esto significa que casi caí en relaciones que no eran dignas ni alineadas con mis ideales claros sólo porque se sentía seguro tener una relación en ese momento. Puedo decir con orgullo que no dejé que eso sucediera. Tengo tanta claridad sobre lo que quiero, que no voy a dejar que nada que sea menos de lo que quiero entre a mi vida.
Si recientemente dejaste una relación tóxica que estaba comiendo tu paz interior, y te sientes débil y quieres volver porque se siente “seguro”, por favor siéntate y escribe lo que realmente quieres de una relación. Y no dejes que nada menos que eso sea un elemento en el menú de tu vida. ¡Para cada aspecto de tu vida, haz lo mismo! Tu mereces sólo lo mejor, pero debes estar muy claro/a como el agua en como lucen los mejores artículos que quieres en tu vida antes que pueda ir tras ellos!
Con amor,
Irene