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Ya escribí sobre el apego en una publicación anterior, pero es una práctica tan intensa que siento que requiere más tiempo para explorarla.
Inconscientemente, podemos apegarnos a casi cualquier cosa y a cualquier persona. Nos apegamos a las cosas materiales, a las personas, a los lugares, a los hábitos, a los sentimientos… en fin.. a lo que sea. En el mundo de la meditación, a menudo escuchamos la frase “dejar ir”, pero a pesar que estamos físicamente diseñados para poder soltar y dejar ir, nuestras mentes tienen una tendencia a apegarse a todo y a todos los que nos hacen sentir cómodos. Y ten en cuenta que usé la palabra “cómodo”, no la palabra “bien”.
El fenómeno más interesante en torno al apego, en mi perspectiva, es que no necesitamos sentirnos bien para apegarnos a alguien o algo. Para entender este concepto (porque es más fácil ver lo que está mal en los demás que en nosotros mismos), piensa en ese miembro de la familia o amigo que está apegado a una pareja abusiva. Los escuchas quejarse todo el tiempo, ¿verdad? Es posible que incluso hayas visto algunas acciones que te habrían hecho irte de inmediato, pero parece que ellos no pueden hacerlo. No se sienten bien en absoluto, pero están completamente apegados a esa persona. ¿Y que tal ese amigo/a que odia su trabajo con toda su alma, pero se queda allí como si no tuviera otras opciones?
Todos tenemos fuertes apegos en diferentes aspectos de nuestras vidas, incluso cuando no nos gusta admitirlo. Por ejemplo, yo casi me vuelvo loca hace unos meses porque el mercado al que voy ya no vende mi pasta de dientes favorita. Y solo en ese sitio la vendían. Fue tan horrible para mi que incluso busque en Google para tratar de comprarla directamente del productor. Mi mente estaba completamente cerrada a la idea de probar una diferente. Ese tipo de irracionalidad es lo que el apego puede crear cuando no somos conscientes de ello. Nos volvemos dependientes de una manera tan extrema que no somos capaces de ver otras posibilidades. El apego nos coloca dentro de una caja, y una vez que estamos allí, vivimos nuestras vidas en un tipo de oscuridad que puede ser peligrosa.
Cuando mencioné al principio que estamos físicamente diseñados para poder soltar y dejar ir, estaba siendo literal. Tenemos que soltar el aire que nutre nuestros pulmones cada vez que inhalamos. No podemos contener el aire en la respiración porque en algún momento, se volverá tóxico. Por lo tanto, podemos disfrutar de la sensación de que el aire entra, pero nuestros cuerpos están diseñados para dejar ir esa sensación agradable sin dudarlo. ¿No es una locura que nuestros cuerpos sepan cómo dejarlo ir, pero nuestras mentes no entienden la práctica? Parece que nuestras mentes no son capaces de des-aprender el apego una vez que lo aprenden.
Las relaciones románticas son el mejor ejemplo para medir el nivel de toxicidad que puede generar el apego. Estuve analizando esta idea después de leer algo en las noticias. Lo sé, lo sé… Rara vez leo las noticias porque no me gustan las vibraciones negativas que las rodean, pero me obligué a hacerlo hace unos días después de ver mucha actividad policial en un supermercado frente a mi oficina. Quería saber qué pasó, así que busqué en Google noticias locales. Nunca encontré nada sobre lo que sucedió allí, pero leí algunas historias bien locas mientras buscaba.
La que me llamó la atención sobre el apego fue una historia sobre una mujer que fue encarcelada después de que intentó contratar a un sicario para matar a la nueva novia de su ex novio. Fue sentenciada a seis años de cárcel, y será monitoreada durante doce años más después de que termine la sentencia. Una locura, ¿verdad? Su vida fue golpeada por sus propias acciones, y las consecuencias harán que sea más difícil para ella salir de esa caja oscura donde el apego la ha colocado.
Eso es lo que el apego puede hacer a nuestras mentes. Cuando las relaciones románticas llegan a su fin y no estamos listos para ello porque caímos en ese pegamento fuerte y venenoso que el apego puede crear, nuestras mentes no pueden ver con claridad. Nos negamos a salir de la caja porque nos sentimos cómodos en ella. Tal vez eramos felices en la relación o tal vez no lo fuimos, pero en cualquier caso, deberíamos poder dejar ir lo que fue para poder dar la bienvenida a lo que será. El apego nos separa de disfrutar del momento presente. Cuando no somos capaces de dejarlo ir, permanecemos prisioneros en nuestras propias mentes. El apego le da a la mente un poder loco para controlar cada parte de nosotros.
Sé que dejar ir es más fácil decirlo que hacerlo porque soy tan humana como todos los demás. Me he apegado a personas, a sentimientos, a cosas materiales y a todo lo demás. Cuando me siento cómoda, me dejo llevar a quedarme allí porque, bueno, ¡se siente cómodo! Trabajar en crear mas conciencia es la mejor herramienta que se me ocurre para estar menos apegados. En mi experiencia, el disfrute de sentirme cómoda es aún mejor cuando no llego a ese punto tóxico de apego ciego. Separar nuestra paz interior y felicidad de todo lo externo es la mejor manera de llegar a ser verdaderamente libres.
Realmente necesitamos des-aprender el apego amigos míos. Cuanto más capaces seamos de dejar ir, más disfrutaremos de cada situación en nuestras vidas. Nuestras mentes pueden dejar ir de la misma manera que nuestros cuerpos están diseñados para hacerlo. Es solo cuestión de decidir que podemos hacerlo, y luego tomar las medidas para llegar a ese increíble punto de libertad.
Con amor,
Irene