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¿Alguna vez te has sentido apegado a alguien o algo? Estoy bastante segura de que la respuesta a esta pregunta es sí si vives en este mundo. Todos experimentamos esa sensación desde el momento en que nos implantamos en el vientre de nuestras madres. Tiene que ser así. Necesitamos ese apego para crecer y convertirnos en pequeños seres humanos, y luego, cuando dejamos el útero, necesitamos mantenernos unidos a aquellos que nos cuidarán hasta que seamos lo suficientemente grandes como para ser independientes.
El apego es el primer vínculo emocional que experimentamos en la vida. Es una emoción saludable durante nuestros primeros años de vida, pero puede transformarse en algo diferente a medida que envejecemos. Podemos apegarnos no solo a las personas, sino también a animales, a cosas materiales e incluso a ciertas emociones. Suena raro sugerir que puedes apegarte a un sentimiento, pero puede suceder. Pregúntale a cualquier adicto y verás de lo que estoy hablando. Los alcohólicos te dirán que no pueden vivir sin la sensación que sienten cuando beben alcohol. De la misma manera, los drogadictos no pueden dejar de consumir drogas porque están completamente apegados a la sensación que les da consumirlas. Yo puedo seguir con ejemplos, pero creo que ya entiendes el punto.
La razón por la que estoy hablando del apego hoy es porque recientemente he descubierto que le tengo miedo. Y puede que estés pensando, “Bueno, ¿no es normal que alguien que pasó por un divorcio sienta miedo del apego?” Tal vez sí, pero no me había dado cuenta que tenía este miedo hasta hace unos días. Estuve en un retiro de meditación súper fantástico, y aunque no esperaba profundizar mucho en mis sentimientos, sucedió … y no de mala manera. En realidad fue genial averiguar sobre mi miedo porque ahora puedo trabajar en ello.
Durante el retiro, decidí desconectarme completamente del mundo. Debido al Covid-19, la mayoría de los retiros presenciales aún no están disponibles, pero gracias a la maravillosa era en la que vivimos (también conocida como la belleza de la tecnología y Zoom), ahora podemos hacer retiros en línea. A pesar que estaba en casa, decidí apagar mi teléfono durante todo el fin de semana y sumergirme totalmente en la experiencia de la práctica. Cerca del final de la primera sesión, el instructor de meditación sugirió que nos hiciéramos la siguiente pregunta: “¿Que te daría miedo sentir si te permites estar en total quietud?”
Esa no es una pregunta fácil, al menos, no lo fue para mí. Por lo tanto, hice lo que siempre hago cuando algo se pone demasiado difícil; Se me ocurrió un ejercicio visual. Me imagine yendo a un picnic, e invité a todos los sentimientos que recuerdo haber experimentado en mi vida. Así que ahí estaba, sentada en mi linda manta con alegría, felicidad, emoción, amor, ira, decepción, frustración, tristeza, paz, etc. Estaba analizando a todos esos sentimientos, y luego me pregunté con cuál no quería compartir mi tiempo. La respuesta me quedó muy clara: apego. Estaba bien con todos mis otros sentimientos, pero el apego era realmente incómodo para mí. Me sorprendió porque nunca lo había pensado antes, pero mi reacción fue muy clara.
Cuando comenzó la siguiente sesión, Cory, el increíble instructor de meditación, preguntó si algunos de nosotros estaríamos abiertos a compartir nuestras respuestas. Levanté la mano y él me dio la oportunidad de compartir. Cuando le dije que era apego, primero dijo que era muy interesante, pero luego me preguntó algo que me hizo ir aún más profundo. Me preguntó: “¿Cómo se siente el apego en tu cuerpo?” Le dije que era incómodo porque ocupaba mucho espacio dentro de mi, y no me gusta esa sensación. Me dio grandes ideas sobre cómo evitar ese miedo y hacerme más consciente para que pueda captar los momentos en que lo siento.
Desde entonces, he estado pensando mucho, y he encontrado cosas más interesantes sobre mi relación con el apego. Temo apegarme porque nada es permanente o garantizado en la vida, así que parte de mi problema con el apego es el miedo a perder lo que tengo. Ya sea un ser querido, una relación romántica o la forma en que algo me hace sentir, tengo miedo del espacio que esa persona o cosa puede tomar dentro de mi cuerpo, y también tengo miedo de perderlos una vez que estoy apegado.
Creo que este miedo es normal, ya que he experimentado cómo se siente tanto estar apegado como perder algo / alguien. También creo que puedo encontrar una manera más saludable de administrar el espacio que abro para las personas o las cosas en mi cuerpo. Tal vez le temo al apego simplemente porque lo he manejado de una manera obsesiva en lugar de una saludable. Mi instructor de meditación me sugirió que siguiera practicando en estar mas consciente, así que en algún momento podré sentir el sentimiento antes de que me absorba. Todavía necesito aprender tantas cosas, pero poco a poco sigo abriendo mi mente a esta hermosa práctica de estar presente.
Tengo curiosidad, mis amigos… ¿Que te daría miedo sentir si te permites estar en total quietud? Háganse esta pregunta y vean a dónde los lleva. Es algo hermoso conocernos a nosotros mismos. Al final del día, eres quien más tiempo pasa contigo mismo, así que sería genial conocerte, ¿verdad? 😉
Con amor,
Irene
Maru says
Me encantó como abordaste el tema del apego y cómo lo fuiste hilando pata captar nuestra atención.
Y así, invitarnos a revisar nuestros apegos, darle color, conocer de frente cómo interactuan en nosotros…seguir trabajando en ellos…
Gracias!! Un abrazo grande