This post is also available in: English (Inglés)
¿Cuántas veces te has encontrado comiendo algo que sabes que no es bueno para ti, pero lo haces de todos modos? Estoy 99.9% segura de que todos hemos hecho esto en algún momento de nuestras vidas, o tal vez muchas veces. No estoy hablando de esos casos graves en los que una condición de salud determina lo que alguien puede comer. Sólo estoy hablando en general. Para ser más específica, estoy hablando de nuestra adicción a la comida chatarra. Me incluyo a mí misma ya que en algún momento de mi vida yo no era para nada consciente de mis hábitos alimenticios.
Imagina que te han invitado a ir a una fiesta divertida. Te estás preparando, pero has tenido que cambiarte de ropa varias veces ya que algunas de tus ropas no te quedan bien. De camino a la fiesta, no puedes dejar de pensar que necesitas perder algo de peso. Pero también tienes mucha hambre porque no tuviste tiempo de comer antes de salir de tu casa. Llegas a la fiesta y encuentras una enorme mesa, completamente cubierta con todo tipo de comida: pollo frito, papas fritas, perros calientes, hamburguesas, pan, pizza, aros de cebolla, pastel de chocolate, galletas, cupcakes con mucho glaseado, donas, etc. Todo está perfectamente servido a la temperatura correcta y puedes oler la comida frita como si estuviera preparada recientemente. Las donas huelen a cielo. Las hamburguesas cocidas a la perfección. Las galletas aún están calientes. Al final de la mesa hay un plato enorme con muchos hermosos vegetales frescos cortados perfectamente, puré de garbanzos y muchas frutas bellísimas. Agarras un plato grande y seleccionas tu comida para la noche. ¿Cómo sería tu plato?
Sé que un gran porcentaje de la gente sólo comería la comida chatarra. Algunos otros mezclarían algo de comida chatarra con las opciones más saludables. Y sólo unos pocos ignorarían por completo la comida chatarra y comerían las opciones más saludables. A pesar que pensando minutos antes estabas pensando que necesitabas perder algo de peso, la comida chatarra de alguna manera hizo su magia y llego a tu plato. ¿Por qué dejamos que esto suceda? ¿Por qué no podemos ser lo suficientemente fuertes para hacer lo que sabemos que es mejor para nosotros? La respuesta es muy simple: somos adictos a la comida chatarra. Cientos de estudios científicos han demostrado este hecho una y otra vez. La cantidad de azúcar, grasas y otros aditivos utilizados para preparar este tipo de alimentos son suficientes para crear adicciones realmente fuertes. La industria alimentaria es el mayor narcotraficante del mundo.
Te estarás preguntando por qué estoy hablando de comida chatarra en un blog de divorcio. ¿Cómo se relaciona ese tema con divorciarse inteligente? Bueno, he estado pensando un poco, y me he dado cuenta de que somos adictos a los pensamientos basura de la misma manera que somos adictos a la comida chatarra. Algunos expertos estiman que, en promedio, pensamos más de 6000 pensamientos por día. Por lo tanto, nuestras mentes nunca se detienen. Por supuesto,no somos conscientes de todo lo que pensamos. Los pensamientos son como una película que va pasando en el fondo de nuestras mentes: agarran nuestra atención solo cuando el volumen sube. Se ha dicho que pensamos más o menos los mismos pensamientos todos los días, y muchos de esos pensamientos son negativos. Yo los llamo “las golosinas basura” de nuestras mentes. ¿Por qué tenemos tantos pensamientos negativos? ¿Y por qué los repetimos una y otra vez? Mi teoría personal sobre este tema es que simplemente somos adictos a ellos.
Como con cualquier adicción, no tenemos control sobre ella. Dejamos que nuestra mente inconsciente dirija este baile. De la misma manera que nos ahogamos en la comida chatarra sin ninguna conciencia, buscando sólo el “confort” emocional que nos da, seguimos recreando los mismos pensamientos negativos. Estos pensamientos negativos son cómodos y nos hacen sentir “seguros” porque estamos familiarizados con ellos. Pero la parte peligrosa de esta adicción es que creamos nuestra realidad con nuestros pensamientos. Por lo tanto, cuantos más pensamientos negativos tenemos, más oscura se vuelve nuestra realidad. Es un ciclo peligroso. Cuando miro hacia atrás en mis momentos más oscuros mientras estaba casada, puedo ver cómo seguía imaginando las mismas situaciones negativas una y otra vez. Solía tener esta imagen de llegar a casa y encontrar a mi ex-marido con alguien más en nuestra cama. No estoy diciendo que lo obligué a engañarme; esa fue su elección. Pero definitivamente entiendo lo poderosos que son nuestros pensamientos. Realmente creamos nuestra realidad.
No te preocupes. De la misma manera que podemos hacer un reseteo y ser más conscientes de nuestra ingesta de alimentos, también podemos trabajar en re-programar nuestros pensamientos. ¿Es una tarea fácil? Por supuesto que no. Realmente tienes que trabajar para eliminar esas dos adicciones. Pero la buena noticia es que hay herramientas maravillosas gratuitas están disponibles para todos nosotros para ganar esta batalla. Si estás pensando que es imposible, ya estás dejando que ese monstruo gane la batalla de control. Y le he ganado la batalla a la comida chatarra. Te puedo decir por mi propia experiencia que es totalmente posible llegar al punto en que no ansías nada que no alimente y sea de beneficio para tu cuerpo. Todavía estoy luchando contra mi adicción a los pensamientos negativos, pero me he vuelto más consciente de que existen, y sigo trabajando en reemplazarlos con opciones más saludables.
¿Cómo puedes empezar a trabajar en esto? Mi sugerencia es hacer todo gradualmente. Elige una cosa a la vez. No intentes realizar varias tareas al mismo tiempo en este esfuerzo. Si crees que tu mayor lucha con la comida chatarra es el azúcar, entonces comienza a reducir la cantidad de dulces que comes todos los días. Pequeños pasos le llevarán realmente lejos si eres consistente. En cuanto a la batalla de los ‘pensamientos basura’, tendrás que empezar a trabajar en tu músculo de conciencia. Si has estado leyendo mis publicaciones, probablemente sepas que mi consejo para llegar allí es darle una prueba a la meditación.
No quiero sonar cliché, pero es cierto que somos lo que comemos… y pensamos! Así que si quieres un mejor versión de ti mismo/a, elige tu comida y pensamientos sabiamente.
Con amor,
Irene